A pesar de que las fuentes escritas son parcas acerca de la situación de Cartagena en el siglo V, refiriendo apenas más que su saqueo por los vándalos o la destrucción por estos mismos de una expedición naval que se preparaba en su entorno, las excavaciones de las últimas décadas ofrecen una imagen muy distinta. Sin atisbos de supuesta destrucción, la ciudad recupera parte de su antiguo esplendor tras la seria crisis que había atravesado desde mediados del siglo II, comprometiendo su propia existencia. En este trabajo se analiza esta etapa de reviviscencia, mostrando su plasmación en una remodelada fisonomía donde son constantes los guiños al pasado.