En la industria turística, la fotografía (folletos, cartelería, postales, reportajes, guías) juega un papel esencial; en ella –como en el conjunto de la publicidad comercial– el cuerpo femenino es un elemento recurrente que, en el caso del turismo, aparece como una especie de añadido natural a la seductora belleza del lugar, una presencia anónima y sexualizada que enfatiza el carácter deseable y la disponibilidad de la oferta: la experiencia de una alteridad cuya diferencia no puede de ninguna manera evocar amenaza o desconfianza sino, todo lo contrario, mostrarse como plenamente accesible y al servicio del espectador-consumidor.