El patrimonio cultural es una convención artificial que aporta información sobre la humanidad. Consecuentemente, la ‘patrimonialización’ pretende destacar la relación que se establece entre aquel y los individuos, construyéndose así una memoria colectiva. Pero lo conservado actualmente es solo un porcentaje de lo creado por el ser humano, siendo resultado de un proceso de selección en el que deben incluirse especialistas de distintas disciplinas, la opinión del colectivo ciudadano, y las fuerzas políticas. Así, su historia es también la historia de lo que se ha perdido, de manera accidental o provocada, generándose un empobrecimiento para la sociedad.
Aunque desde la segunda mitad del siglo XX se fomentan los valores patrimoniales con aspectos menos restrictivos que con anterioridad, la sociedad continúa valorando principalmente propiedades relacionadas con lo monumental, lo artístico y lo ‘antiguo’; en ocasiones, esta idea, ya desfasada, afecta a los meritorios valores patrimoniales de la arquitectura contemporánea. De ahí el nacimiento de instituciones como DOCOMOMO, siglas de la organización para la Documentación y Conservación de edificios, lugares y entonos del Movimiento Moderno, presente actualmente con un total de 79 equipos de trabajo conformados por más de 3.000 miembros de diversas disciplinas.
En esta exposición se examinan dos luchas para la salvaguarda de sendos inmuebles de este periodo, construidos en la ciudad de Málaga (España). El primero de ellos, el de la Compañía Internacional de Telecomunicación y Electrónica (Citesa), que sucumbió bajo la especulación de los terrenos en los que se emplazaba y el edificio residencial Melilla 31 que, ante la intención de modificar drásticamente su portal, se consiguió proteger incluyéndose en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. La implicación de los especialistas, la sociedad y las fuerzas políticas son claves a la hora de conseguir la salvaguardia de estos inmuebles.