La convivencia escolar ha logrado convertirse en la última década en un asunto de interés central, y
en uno de los elementos de la cultura educativa más mencionado, por su relación con la mejora de
las dinámicas que se generan entre alumnado y profesorado en los centros de enseñanza. Según
Fierro-Evans y Carbajal-Parilla (2019), la convivencia escolar se entiende como “los procesos y
resultados del esfuerzo por construir una paz duradera entre los miembros de la comunidad escolar,
a partir de prácticas pedagógicas y de gestión: inclusivas, equitativas y participativas que aborden de
manera constructiva el conflicto” (p. 13). En esta aproximación conceptual, confluyen distintos
enfoques teóricos que, en todo caso, deben considerarse en la propuesta de programas que traten
de fomentar la convivencia para luchar contra el acoso y el ciberacoso.