En el capítulo se aborda el ejercicio de creatividad al que está sujeto el intérprete de lenguas. El intérprete realiza su ejercicio inmerso en un dosel lingüístico del que selecciona las mejores palabras y los mejores sonidos, con imaginación, creación y coherencia. Es en esta línea que el capítulo aborda la consciencia fononógica del intérprete, una competencia que adquiere en la formación y que ofrecerá aptitudes para abordar otras tareas relacionadas con la oralidad y la traducción en otros sectores del mercado a los que las recientes tecnologías nos han llevado. Los resultados del trabajo nos demuestran los beneficios de la doble formación en traducción e interpretación para la adquisición de esta competencia fonológica, una gran olvidada en los estudios sobre la interpretación de lenguas que merecían un estudio.