La primera tarea del planeamiento sostenible de las ciudades debería consistir en gestionar los stocks de suelo y de patrimonio construido, en beneficio exclusivo de la colectividad, sin perder nunca de vista la escasez. Sin embargo, eso sólo se logra invirtiendo grandes sumas de dinero en lo único que se puede: obras proyectadas para rehabilitar y regenerar todo aquello que ya existe y que implica su mejor aprovechamiento. Ello significa que la primera estrategia de planeamiento; la primera política pública, en materia urbanística es la recuperación integral del patrimonio edificado, sin que basten, por tanto, obras de restauración meramente estéticas. Este principio básico del desarrollo sostenible encuentra su origen en algunas leyes tardorromanas, formuladas primero en el Teodosiano y después por Justiniano, también en sus Novelas sobre la materia, muy poco investigadas, por cierto. La interpretación literal de los textos romanos sugiere la existencia de una traslación integral a las declaraciones programáticas actuales de todos los principios que fundamentan el ODS 11.