El frágil equilibrio existente entre los recursos disponibles y las demandas de agua, así como los efectos del cambio climático proyectados para España, que señalan hacia una menor disponibilidad de recursos y a la aparición de sequías más frecuentes e intensas en el futuro, exige una nueva forma de entender y gestionar el agua. Los efectos ambientales, económicos y sociales
de la última sequía (2020-2024) evidencian que los instrumentos de planificación hidrológica no han sido capaces de dar respuesta a esta coyuntura, cuyas raíces parecen estructurales. En este contexto, emerge con fuerza la necesidad de abordar una transición hídrica, que permita ajustar las demandas al volumen real de agua disponible y priorice la preservación a largo plazo de los ecosistemas acuáticos. Sin embargo, lejos de impulsarse medidas alineadas con esta idea, se están
promoviendo nuevos discursos sobre fuentes alternativas de agua, como la desalación y la regeneración de aguas residuales urbanas, sin poner en cuestión el modelo tradicional y productivista de gestión del agua. Para conocer el calado del actual debate sobre la gestión del agua en la opinión pública, el Observatorio Ciudadano de la Sequía realizó a finales de 2022 una
encuesta de 1600 entrevistas a población general de todo el territorio nacional. Los resultados de la encuesta permiten identificar algunas de las principales resistencias y oportunidades para la transición hídrica. Los resultados revelan que en general la población conserva unos valores productivos en torno al uso del agua y desconoce el destino de la mayor parte de los recursos
hídricos. Además, el respaldo social a la reutilización de aguas urbanas y a la desalación alertan sobre la necesidad de informar a la población sobre sus costes ambientales y su papel estratégico, pero no determinante, en una transición hídrica que busca alcanzar un modelo capaz de garantizar la sostenibilidad hídrica ante nuevos episodios de sequía