Málaga es una ciudad condicionada por su bahía y protegida por el monte Gibralfaro. Con motivo de la liberalización del tráfico marítimo del rey Carlos III, se originó un resurgimiento económico durante el siglo XIX. Málaga se convirtió en un territorio de migración al que llegaron familias de todo el mundo. Esta bonanza provocó la transformación de la ciudad conventual previa hacia un desarrollo en altura sobre la misma trama. Tuvieron lugar operaciones de cirugía urbana que intentaron higienizar el casco urbano, reduciendo el tamaño de las manzanas originales con aperturas de calles paralelas. Así surgió, a finales de XIX, el proyecto de la calle Larios (1891), la mayor apertura innovadora sobre la ciudad histórica. Más de un siglo después, el tráfico de finales del siglo XX desvirtuaba bastante la apreciación de la calle. Desde el año 1999, el equipo de arquitectos integrado por Juan Gavilanes, Francisco González y José Ignacio Pérez intervino junto a la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) en la de renovación urbana de las calles ya peatonales de Santa María y Sánchez Pastor y también, en las nuevas peatonalizaciones de las calles Strachan, Torre de Sandoval y Bolsa. Fue el primer equipo externo de arquitectos en hacerlo con la nueva corporación. El encargo lo tramitó la GMU, que hasta entonces elaboraba los proyectos de renovación de calles con los fondos Urban con técnicos propios. La renovación urbana y la peatonalización de estas calles a partir de 1999 provocó una amplia rehabilitación de edificios y la llegada de negocios de hostelería. Esta actividad económica y el éxito de estas intervenciones movió al Ayuntamiento a acometer el proyecto conjunto de renovación urbana y semipeatonalización de la calle Marqués de Larios y de la plaza de la Constitución. Se trataba de lugares principales por donde pasaba el tráfico rodado y cuyos proyectos fueron encargados de nuevo al mismo equipo de arquitectos.