A modo de definición, se viene considerando el trabajo decente como aquel trabajo
digno, como aquel empleo decente que es realizado con respeto a los principios y
derechos laborales sin discriminación de cualquier tipo con la debida protección
social, además de con la participación del diálogo social, etc (Baylos Grau, 2016).
Para la OIT, “El trabajo decente es un concepto que busca expresar lo que debería
ser, en el mundo globalizado, un buen trabajo o un empleo digno. El trabajo que
significa y permite el desarrollo de las propias capacidades no es cualquier trabajo;
no es decente el trabajo que se realiza sin respeto a los principios y derechos laborales
fundamentales, ni el que no permite un ingreso justo y proporcional al esfuerzo realizado,
sin discriminación de género o de cualquier otro tipo, ni el que se lleva a cabo
sin protección social, ni aquel que excluye el diálogo social y el tripartismo”. De tal
forma que, el trabajo decente es esencial para el bienestar de las personas puesto que,
además de generar un ingreso, facilita el progreso social y económico y fortalece a
las personas, a sus familias y comunidades (OIT, a).