Se ha venido manteniendo, quizás de forma un tanto ligera, que la secularización producía modernidad y la construía o ayudaba a su construcción estableciendo principios básicos de desarrollo. Este modelo se analizaba desde y por Europa y, desde siglos atrás se concibió como un modelo expandible a todos los territorios. Cuando existían lugares en donde no se cumplían expresamente estos presupuestos se hablaba de excepcionalidad. Sin embargo, fuera del marco de la Europa Occidental y de los Estados Unidos, el resto del mundo ha culminado el proceso de modernización o en todo caso se ha iniciado, con mayor o menor éxito. Y se puede afirmar sin tenor a errar que la modernización fuera de Europa casi nunca conlleva íntimamente aparejada el fenómeno de la secularización; al contrario la modernización ha supuesto en la mayoría de los lugares que resurjan, renazcan, florezcan movimientos religiosos, es decir produce el auge de los mismos. Por tanto, sería posible argumentar que la modernización no explica la secularización ni en Europa ni en el resto del mundo, por lo que se hace necesaria una nueva teoría a tal fin. ¿Es posible hablar, entonces, de modernidad y proceso de secularización?