La enfermedad de Alzheimer (AD) es la principal causa de demencia y la patología neurodegenerativa más prevalente en el mundo. Afecta a la población mayor de 65 años y se proyecta un aumento significativo debido al envejecimiento poblacional y a la ausencia de tratamientos eficaces. A día de hoy, no existen terapias efectivas, incluyendo las recién aprobadas inmunoterapias anti-amiloide, que frenen o reduzcan significativamente la progresión del deterioro cognitivo que caracteriza a esta enfermedad. Esto se debe a que, a pesar de la complejidad de esta patología cerebral, las terapias se han dirigido principalmente a disminuir la acumulación de placas de Aβ en el cerebro. Sin embargo, la AD es una entidad biológica multifactorial y multicelular para la cual deben desarrollarse estrategias terapéuticas múltiples dirigidas a diversos mecanismos implicados en el desarrollo de esta patología. En los últimos años, las células gliales, astrocitos y microglía principalmente, se han postulado como actores clave en la fisiopatología de la AD, apoyado por el hecho de que factores de riesgo genético de esta enfermedad, como APOE, se expresan de forma exclusiva o preferente por estas células. La mayoría de los estudios de la AD se han realizado en modelos animales transgénicos que expresan las mutaciones de las formas familiares de la enfermedad pero que no reproducen todas las alteraciones que acontecen en la patología humana, con poca traslacionalidad de los hallazgos. Todos estos inconvenientes han puesto de manifiesto la necesidad de desarrollar modelos celulares humanos que reproduzcan con mayor fidelidad las características patológicas de los pacientes y permitan profundizar en el estudio de las células gliales, con la finalidad de identificar dianas terapéuticas de interés clínico.