El libro plasma la importancia que el espacio del estudio del artista tuvo en la literatura decimonónica como un lugar en el que los autores podían articular opiniones disidentes con respecto a aquellas marcadas como "normales" por las normas socio-culturales de su época. A través de la perspectiva crítica de lo liminal, la fenomenología y la teoría del ensamblaje, el volumen presta atención a la forma en la que este espacio marca el rumbo de ciertas narrativas a nivel internacional y reivindica su importancia, que ha tendido a ser más o menos ignorada hasta este punto.