El sistema de servicios sociales en nuestro país, tal y como lo conocemos, comienza a
implantarse durante la década de 1980. En este periodo, se consolida un nuevo modelo
de servicios sociales, reconvirtiendo y reformando las estructuras ya existentes. En este
contexto, con la llegada de las primeras leyes autonómicas de servicios sociales,
aparecen los servicios sociales de atención primaria (con la denominación de servicios
sociales comunitarios en el caso de Andalucía) que bajo el cobijo de los Ayuntamientos,
innovan y se definen como organización, transcendiendo a la beneficencia municipal
que había existido hasta no hace mucho.
La profesión del trabajo social, nacida de la sociedad posterior a la revolución
industrial y acostumbrada a actuar en contextos de gran adversidad, se ha consolidado
en nuestro país paralela al desarrollo de los sistemas públicos de servicios sociales,
creando su propia identidad y cuerpo teórico, de manera que el desarrollo de su práctica
ha llevado aparejado un avance en el ámbito académico que la ha situado al nivel de
otras disciplinas científicas. La situación de crisis económica, los discursos y estrategias de austeridad
implican en las sociedades capitalistas el replanteamiento de muchas estructuras de
bienestar. De esta forma, el sistema de servicios sociales debe adaptar su acción a una
nueva realidad social y a un contexto económico, donde es necesario desarrollar nuevas
fórmulas de actuación, creativas, proactivas y resilientes, procurando ya no sólo la
supervivencia, sino adaptarse y ofrecer las respuestas adecuadas en nuevo escenario.