El descubrimiento de nuevos planos relativos a la antigua capilla mayor del convento de Santa Isabel de los Ángeles de Ronda, ha puesto de manifiesto las transformaciones estructurales y decorativas que experimentó desde los siglos XVI al XVIII. En efecto, una primera impronta manierista, donde primaba la severidad arquitectónica de corte más estrictamente geométrico, dio lugar con el paso del tiempo a una nueva realidad barroco castiza plena de la exuberancia ornamental del momento; a esta última se sumó un significativo programa iconográfico de raíz y simbolismo franciscano.