La ciudad de Tánger mantuvo durante la primera mitad del siglo XX un estatuto internacional que la singularizó con respecto a otras capitales del norte de Marruecos. A la población marroquí se añadió una colonia europea muy diversa, aunque el elemento español era mayoritario, y con una élite abierta a las tendencias culturales más vanguardistas, lo que permitió realizaciones como la capilla católica de Montserrat. El arquitecto Asís Viladevall, el pintor Julio Ramis y el escultor Eduardo Gregorio, colaboraron estrechamente en una obra de plena integración de las artes plásticas, cuyas formas se inspiran directamente en autores de la Vanguardia como Matisse. El resultado rompía a través de sus formas con la estética más tradicional todavía al uso en los edificios religiosos de la época. El estudio de sus características, composición y mensaje iconográfico, a la vez que su contextualización en el ámbito tangerino, darán forma al presente trabajo, sin obviar su precario estado de conservación actual y las serias incertidumbres futuras de un conjunto de alto valor patrimonial.