Quienes estudiamos la creación artística en la Edad Moderna sabemos perfectamente que el
Destino aún nos depara la resolución de numerosas incógnitas que planean sobre importantes
obras escultóricas de autoría anónima. Hoy en día, cuando parece haber sido superada la
tendencia al atribucionismo arbitrario en torno a los “grandes” nombres de la Historia del Arte, las
aportaciones de artistas desconocidos relacionados con tales piezas cobran un renovado interés,
desde múltiples frentes, para la crítica especialista.