Esta investigación se propone ampliar el concepto de educación estética más allá de su asociación tradicional con el arte y la belleza, para entenderla como un proceso formativo integral que atraviesa toda la vida y que incide en la construcción de relaciones sensibles, críticas y creativas con el entorno, los otros y uno mismo. Frente a un contexto marcado por el neoliberalismo y la mercantilización de la cultura, se retoma la propuesta de Sánchez Vázquez (2005), quien concibe la educación estética como un campo de resistencia y una vía para la emancipación subjetiva. A partir de esta perspectiva crítica y no reduccionista, se analiza la experiencia de estudiantes universitarios con el objetivo de comprender el papel que ha jugado la educación estética en su desarrollo creativo y crítico. La problemática central de esta tesis se sitúa en la tensión entre una noción restringida de la educación estética ¿vinculada exclusivamente con la educación artística¿ y una visión ampliada que considera lo estético como parte constitutiva de la vida social. Bajo esta mirada, se cuestionan los enfoques tradicionales de la educación artística y se valoran perspectivas más integradoras como los enfoques reconstruccionista y pragmatista (Orbeta, 2015), que conectan con la propuesta teórica adoptada en este trabajo. Desde una metodología cualitativa, se desarrolla una investigación de corte etnográfico-narrativo que recupera las voces de cinco estudiantes próximos a concluir sus estudios en una universidad pública estatal. A través de entrevistas biográficas y el análisis de sus relatos, se exploran sus experiencias estéticas y artísticas en distintos momentos de su vida: infancia, adolescencia y juventud, así como episodios a lo largo de sus etapas de escolaridad, espacios no formales de educación hasta su llegada a la universidad.