El artículo profundiza en las señas escriturales marcadas por la
autorreferencialidad y la autorreflexión diseñadas a partir, entre
otras cuestiones, de la recurrencia al uso de material cinematográfico como fuente de inspiración que se dan cita en Los abrazos rotos; y cómo Almodóvar encuentra un método eficaz en el metacine para meditar y teorizar sobre la imagen y su evolución activando con esa finalidad los mecanismos necesarios que le permiten bucear en un territorio afín que se viene denominando poscine, un territorio en el que el artista demuestra, una vez más, su innegable amor hacia el arte y la imagen cinematográfica, reaccionando ante esa pulsión metaficcional que lleva al cine a volverse sobre sí mismo para pensar sobre sus propios medios expresivos.