En 1966, los investigadores norteamericanos
John Adair y Sol Worth prestaron
siete sencillas cámaras de vídeo a siete
Navajos para que grabaran sus propias
películas a su manera, con una mínima
instrucción técnica. La experiencia fue
todo un éxito; los indios lograron
reproducir en las imágenes tanto su
propia concepción del mundo como su
lugar en él.
Este proyecto pretende reproducir
aquel ensayo, entregando diez cámaras
fotográficas a veinte de los niños y
niñas saharauis que el pasado verano de
2009, gracias a la Asociación Burgalesa
de Amigos del Pueblo Saharaui, dejaron
atrás los campamentos de refugiados
para pasar sus vacaciones en la
provincia.
Permitimos que, durante los meses de
julio y agosto, los niños fotografiaran
aquello que consideraran digno de
fotografiar del modo en que prefirieran.
Así, no sólo se retrataban a sí mismos,
sino que también nos representaban a
nosotros, parte de una sociedad
occidental mucho más acostumbrada a
mirar que a ser vista.