Presentamos a Ludwig Wilhelm Gilbert, editor de la prestigiosa revista científica de Halle y Leipzig los Annalen de Physik. Cuando en torno a 1800 inició esta serie, todavía subsistía en las universidades alemanas la química del flogisto, y muchas traducciones suyas de los avances de la École Polytechnique y del círculo de Manchester anticiparon el cambio de paradigma de la nueva química y la llegada del atomismo con sus nuevos elementos. Ésta fue la tópica de fondo mientras las facultades de Filosofía impartían una nueva asignatura, la Naturphilosophie. Apuesta innovadora que Goethe favoreció en Jena, aunque pretendía también rivalizar con la trayectoria más severa y tradicionalista de la Escuela de Minas de Freiberg. Un desconocido Hegel se inició en la universidad de Jena enseñando esta materia bajo el padrinazgo de Schelling. Pero pronto Hegel se desmarca de él interiorizando las críticas que la revista de Gilbert estaba lanzado contra Schelling y sus seguidores, los románticos Naturphilosophen. La “raíz común” en el finalismo de la Crítica del Juicio, el esquematismo fichteano o la autosuficiencia del Yo y la intuición intelectual en Schelling, dejaban abierta una evasiva mística que impedía a la ciencia su pronunciamiento, justamente en un momento en que la ciencia había rebasado ya con la química los límites mecanicistas de la razón pura ilustrada. Hegel supo ver este cambio de fase y este choque generacional. El vocabulario especulativo que luego le hará célebre en Berlín, Aufhebung, absoluto y dialecticidad, lo acuñó Hegel en estos semestres de Jena y sobre esta tópica de la naturaleza, cuando extractaba para el manuscrito de sus clases los descubrimientos de Winterl, Berthollet, Dalton, Prévost o Erxleben, y seguía las críticas de británicos como Chenevix o Guyton de Morveau contra los románticos alemanes. Concluye, así, que las nuevas leyes de la lógica deben reflejar el estado actual de la Física, así como la racionalidad los nuevos acontecimientos de la Historia americana y europea.