Si hablamos de cómo aprender a hacer (arte) partimos de tres premisas incuestionables: pasión, confianza y método. Es imposible que un estudiante que no esté motivado, ni disfrute con los procesos específicos de las artes, pueda llegar a desarrollar un lenguaje propio. Y a la inversa, estudiantes con un manejo deficiente de las técnicas pueden llegar a desarrollar propuestas muy interesantes, si su pasión los motiva durante la práctica, mediante el estudio de artistas y sus técnicas, conceptos y lenguajes, y a través de una reflexión crítica sobre todo lo anterior.
Concibo el aula como un espacio amorfo, que varía cada curso debido a la heterogeneidad intelectual y personal de sus renovados componentes. Sigo la Revolución universitaria de Papini, en la que no hay temas ni currículos; ni ejercicios ni lecciones. El diálogo y la experimentación son las bases de una propuesta, en la que profesores y estudiantes compartimos un ámbito donde simulamos el taller, el espacio de pensamiento del artista, el lugar de la idea. Aquí se realizan los encuentros, fruto de la experimentación con técnicas, lenguajes, y diálogos con compañeros. La revisión de los procesos de trabajo es continua, basada en el cuestionamiento de qué y cómo decir.
Modo de presentación: Presentación formal en papel, acompañada de algunas imágenes del aula-taller.