La investigación sobre apego al lugar ha puesto de manifiesto la importancia que tienen los ambientes residenciales en el desarrollo de fuertes vínculos afectivos hacia algunos ambientes con los que interactuamos en nuestra vida diaria. Podemos definir el apego al lugar como el vínculo afectivo positivo entre un individuo y un determinado lugar, cuya principal característica es la tendencia a mantener la proximidad con ese lugar (Hidalgo y Hernández, 2001). Hasta el momento, el apego al lugar ha sido relacionado con distintas variables. Entre las que han recibido mayor atención podemos citar algunas características sociodemográficas como el tiempo de residencia, el sexo, la edad, el nivel económico, o poseer la vivienda en propiedad, algunas características socioambientales tales como el ruido, el hacinamiento, el tipo de vivienda o el tipo de barrio, y finalmente diversos comportamientos como la movilidad, la conducta ecológica, o el nivel de participación social y/o ambiental.
Por otro lado, otra característica de ciertos ambientes que ha recibido gran atención es la capacidad para ayudar a recuperar o restablecer diversas habilidades cognitivas. Por ejemplo, existe amplia evidencia empírica que demuestra que los ambientes naturales permiten restablecer ciertas capacidades cognitivas, especialmente la capacidad de atención y concentración. Aunque en menor medida, algunos ambientes urbanos también poseen capacidad restauradora, por ejemplo los lugares preferidos estéticamente, los lugares favoritos o familiares, etc.
Hasta el momento ambas características apenas han sido analizadas conjuntamente, de forma que desconocemos si los ambientes residenciales tienen capacidad restauradora, o si el apego al lugar influye en la capacidad restauradora de esos lugares. En este trabajo hemos analizado la relación entre ambas variables. Participaron un total de 242 personas, con una edad media de 41 años. Los resultados muestran una relación significativa entre el apego al lugar y la capacidad restauradora percibida de dicho lugar, indicando que ésta no sólo depende de las características objetivas de un determinado lugar, sino también de la experiencia emocional que se tenga con el mismo. Tanto la identidad como el apego al lugar predicen de forma significativa la restauración percibida, explicando ambas variables el 59% de la varianza.
Como conclusión podemos destacar que la restauración percibida no sólo depende de las características físicas u objetivas de un determinado lugar, sino también de la experiencia emocional que se tenga con el mismo. Estos resultados sugieren que el apego al lugar puede tener un papel en el desarrollo de otros procesos psicosociales no explorados hasta el momento, como el bienestar o la calidad de vida.