En la traducción, los cambios se producen no sólo de forma cuantitativa y tangible sino de manera cualitativa e intangible también. Las diferencias lingüísticas y culturales que la traducción desarrolla en el proceso de reescritura significan, a menudo, un desplazamiento de identidades y la proyección de nuevas realidades. A medida que la traducción crea nuevos territorios de identidad, los primeros han de evolucionar a anfitriones de lenguas y culturas, dándose instancias de desequilibrio de poder. Este artículo se centra en cómo las traducciones introducen estos cambios y la manera en que reaccionan los territorios de identidad.