Lejos de occidente existen culturas que son capaces de ceder características humanas a ciertos elementos que en principio no lo son experimentando así con una recomposición radical de los repartos de continuidad entre naturaleza y cultura. Mientras subvierten las convenciones clásicas entre lo humano y lo no humano, son capaces de crear nuevas realidades introduciendo información adicional que no podríamos explicar a partir de las propiedades originarias de los elementos por separado. Nos gustaría proponer trabajar precisamente con estas situaciones intermedias, donde los objetos empiezan a adquirir ciertos rasgos de elementos animados como técnica que nos permita escapar a restricciones culturales y sociales tradicionalmente auto impuestas, entrando de esta manera en un campo abierto de investigación de nuevos usos y programas más acordes a los hábitos de este nuevo siglo.