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    De los orígenes a Pelayo. Modesto Lafuente en su contexto historiográfico

    • Autor
      López-Serrano, Francisco de Asís
    • Director/es
      Galán-Sánchez, ÁngelAutoridad Universidad de Málaga
    • Fecha
      2014
    • Editorial/Editor
      Universidad de Málaga, Servicio de Publicaciones y Divulgación Científica
    • Departamento
      Arqueología e Historia Medieval
    • Palabras clave
      España - Historiografía - Tesis doctorales
    • Resumen
      El objeto del presente trabajo estriba en definir las características primordiales de la ciencia histórica liberal durante el periodo isabelino y, en concreto, cuáles eran los sumandos de Modesto Lafuente y cuál era la relación con sus contemporáneos. Hemos comprobado que su obra contiene unas marcas específicas que en principio están fuertemente influidas por una serie de historiadores entre los que destacan Mariana, Mayáns, los Mohedano, Masdeu, Martínez Marina, José Antonio Conde, Toreno y Charles Romey. Así, para que Lafuente pudiera publicar su gran obra en 1850 la ciencia histórica española tuvo que transitar previamente por los surcos que, de forma tímida y tenue, en su día empezaran a abrir los novatores y Mayáns en su tarea de reformar (y no romper) el pasado español para aplicarle las nuevas fórmulas que venían de fuera, los preceptos de la filosofía y de las ciencias modernas. También en este camino que conduce a Lafuente hubo de producirse un debate, extraordinariamente fructífero, acerca de lo que España había aportado al concierto universal, una agria disputa sobre los valores de nuestra historia y de nuestra cultura en general. Y hubieron de discutirse el papel de España en América y darle la razón a algún extranjero. La querella puso de manifiesto los dos polos en que se movió el pensamiento y la historiografía española en la segunda mitad del siglo XVIII, que no eran sino la prolongación de un estado de cosas previo (Novatores, Mayáns y los tradicionalistas), aunque mucho más asimétrico. La historiografía española siguió avanzando hasta llegar a Lafuente. Situados ya en el siglo XIX, se rastrean los rasgos comunes de los historiadores fernandinos, los cuales presentan una variedad temática que, junto a la situación excepcional que se vivía desde 1808, le imprimen un sello muy característico a este movimiento historiográfico, que, de hecho, no está tan alejado de las propuestas europeas como en un principio se podría pensar. De resultas de esta situación de apremio se va a originar una historiografía que técnicamente no responde a esta definición, pero que va a ofrecer, a raíz de la Guerra de la Independencia, un carácter marcado en lo fundamental por la definición de tres conciencias: la de la nacionalidad, la de la religión como aglutinante social y la de la Monarquía como vínculo político. De entre los autores de este tiempo destacan Martínez Marina, Agustín Argüelles, Flórez Estrada, José Antonio Conde, Sempere, Llorente y Toreno. El cambio de circunstancias políticas y sociales que supuso la muerte de Fernando VII va a dar lugar a uno de los momentos de mayor producción historiográfica de la historia de España, cuya plenitud se alcanza, sin duda, con la publicación de la obra de Lafuente. Los liberales se propusieron construir una nación y otorgaron a la Historia un notable papel en el proceso Sus obras tendrán que vérselas con las escritas por extranjeros. Durante el siglo XIX —y paralelamente al desarrollo del Orientalismo y a las connotaciones que ofrecía España como país «oriental»—, se produce un renovado interés por parte de los países europeos hacia el pasado español de resultas de lo cual, en la década de 1840, se publican unos textos que literalmente espolearon a la historiografía española. Al margen del avance que supuso la difusión de las grandes obras que renovaron la concepción de la historia —Hume, Robertson, Guizot—, serán dos traducciones —la de Dumhan y la de Romey— las que pusieron las bases y posibilitaron una producción en cadena sin par en el siglo. Era, sin duda, el último paso que la historiografía española habría de dar para que Lafuente publicara su Historia General. Lafuente se erguía como el historiador de la nación que los liberales estaban construyendo; se postulaba como el costado historiográfico del nacionalismo español, su más firme valedor. Y lo hacía con una serie de argumentos, una serie de propuestas que hemos intentado exponer. Unos ingredientes que unas veces comparte con el resto de historiadores y otras son planteamientos exclusivos del propio historiador.
    • URI
      http://hdl.handle.net/10630/7453
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    REPOSITORIO INSTITUCIONAL UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
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