No se puede entender cómo y cuándo aparece el género Homo, sin considerar profundamente el cambio ocasionado en su dieta desde una alimentación básicamente vegetariana en sus antepasados Australopithecus, hacia otra con un fuerte componente carnívoro sustentada por el aprovechamiento sistemático de la carroña procedente de los grandes mamíferos, en competencia con otros carnívoros, especialmente las hienas. Este paso fundamental en la evolución humana se produjo en África entre 3 y 2,5 millones de años, y sólo fue posible gracias a la innovación tecnológica, a la talla y uso de herramientas de piedra. Gracias a las industrias líticas, nuestros antepasados comenzaron a ser carnívoros, y gracias a la carne pudieron dispersarse hacia todas partes, incluidas las latitudes medias de Europa y Asia, pues allá donde hay fauna, hay carne para comer. Uno de los mejores ejemplos de esta actividad carroñera de nuestros antepasados lo encontramos en los yacimientos de Orce, especialmente en Fuente Nueva-3 y en Barranco León.
Gran parte de la evolución humana se produce en África del este, y es paralela a la evolución de otras especies, entre ellas hay que destacar los búfalos, y el más espectacular y conocido es el búfalo gigante de Olduvai, llamado Pelorovis oldowayensis, que curiosamente es el ancestro de los toros actuales, Bos taurus. Es decir, humanos y toros evolucionan en la misma área geográfica, frecuentan los mismos biotopos, y se dispersan de manera paralela en épocas tardías de la evolución humana. Los toros y las vacas han formado parte de la dieta humana desde el principio.