La culminación del viaje espiritual del hombre tras la muerte, tal como se lee en los capítulos finales del De facie, consiste en la superación de las sombras proyectadas hacia la Luna por la tierra (el Hades) y la existencia del intelecto como démones en la parte superior de nuestro astro, que mira y aspira amorosamente al Sol, un reino de luz en el que apenas quedan huellas sensoriales y que ocasionalmente se convierte en lugar de inflexión para nuevas existencias. El texto es de difícil interpretación y los traductores e intérpretes antiguos y modernos han tenido sus más y sus menos para entenderlo. En nuestro análisis de este pasaje, principalmente textual, estudiamos la forma en que los traductores y comentaristas del XVI y XVII, así como los editores desde la Aldina hasta nuestros días han tratado de superar esas dificultades textuales, filosóficas y simplemente de sentido.