Tusquets analizará además obras maestras de arquitectura, ingeniería, escultura, cine, pintura, jardinería, land a rt, toros, teatro... y deducirá que sus autores actuaron como si sus obras pudiesen ser observadas y valoradas por un ser superior. Tras un recorrido irónico, polémico y apasionado el autor concluye: En vista del sopor que el agnosticismo contemporáneo es capaz de producir, y aunque la existencia de Dios no acabe de convencer, ¿no sería más fácil hacer como si Dios existiese y pudiese juzgar nuestras obras? Y propone que la permanencia de la obra y la fugacidad de las personas que la crearon; la razón última de la actividad artística; en definitiva, la relación del hombre con la muerte y también con la vida, son algunos de los temas que aquí se tocan, con delicadeza, sin dramatismo, casi con desenfado. No en vano, la figura de Dalí, su presencia, cierra el recorrido, y en cierto modo lo preside. A Salvador Dalí le divertía comparar el Greco con un caracol.