Reflexionamos en esta ponencia sobre la acción de exponer. Desde los primeros gabinetes de curiosidades a las prácticas artísticas que cuestionan o se camuflan como eventos expositivos; de los museos imaginarios a las prácticas relacionales; de los grandes y pequeños museos a las iniciativas personales y domésticas.
Este principio de siglo, más que nunca, exige una reflexión entre la gestión político-turística y la creación y difusión de cultura. Los grandes museos cuentan su valía en cifras millonarias de visitantes, atraídos por el deseo de verificación y documentación de la imagen icónica que adorna sus paredes. Su éxito reside en formar parte de las rutas de cruceristas y tour operadores. La crisis reduce las subvenciones públicas y pone en peligro el mantenimiento de estas grandes instituciones, al tiempo que que surgen museos sobre cualquier tema casi de forma espontánea, como única solución a la gestión algo pazguata de ayuntamientos y comunidades, al tiempo que consumen las únicas y muy reducidas subvenciones de apoyo a la cultura.
En el fondo de toda esta situación está el cuestionamiento de las imágenes y del propio proceso de archivo. Sobre aquellas imágenes que nos cuentan historias y los objetos que decidimos forman parte de lo que queremos recordar, y cómo contamos esa historia. La creciente carga de recuerdos de la historia, se ha convertido en un problema general de la sociedad: El incesante crecimiento de las cantidades de datos que deben ser conocidos. La sociedad de la información, hace poco aún anhelada, integradora de todas las manifestaciones vitales en una red global, se ha hecho realidad de forma tan plena, que con su realización el sueño se ha convertido ya en pesadilla.
En conclusión, el proceso de democratización y acceso a la tecnología que ha posibilitado que la creación de imágenes no sea dominio de unos pocos especialistas, está llegando a la búsqueda, almacenamiento y difusión de imágenes, las labores históricamente realizas por el museo. Si hace unos años el aficionado se convirtió en artista, y eso modificó las formas de hacer, desde la fotografía al vídeo, el presente nos sitúa en un umbral en el que el aficionado-amater se convierte en comisario de exposiciones y en director de su pequeño gran museo... ¿qué cambios traerá esta situación a las instituciones consolidadas? ¿De qué manera se plantearán las exposiciones en un futuro cercano? Intentaremos investigar estas y otras cuestiones a lo largo de la ponencia y para no divagar por territorios en exceso amplios, centraremos los ejemplos en Málaga y en los cambios en su tejido cultural durante la última década.