Nuestra hipótesis sostiene que tanto el salto en la práctica “escultórica” hacia la ocupación del espacio, como la incorporación progresiva de las nuevas tecnologías de la imagen fija y en movimiento en la segunda mitad de la década de los años noventa se hicieron necesarios para poder “nombrar”, desde la representación artística, los cambios que el fenómeno de la globalización incorporaba paulatinamente, tanto en nuestra experiencia de vida cotidiana (virtualización del entorno), como en la conformación de nuestros procesos identitarios, es decir, en la naturaleza del deseo de identificación, en los procesos de subjetivación, en la percepción del entorno y en definitiva, en los modos de “encuentro” social.
En este sentido, describimos un caso artístico específico con dos etapas claramente definidas. La primera lleva a cabo una especulación “formal” -postminimalista- que practica el enmudecimiento de la obra -de inscripción escritural- como posibilidad para “nombrar” la ausencia, desde el sentimiento de deseo. La segunda reformula el “discurso” en cuanto al representar de la ausencia, al entender, desde un nuevo contexto
vital, que ella es producida por el hecho tecnológico. Esta ampliación
temática viene dada por el reconocimiento de que los medios de
comunicación de masas han supuesto un cambio en nuestra experiencia de
vida cotidiana y la consiguiente repercusión que esta aceptación va a
ejercer sobre el lugar del deseo por donde transitamos y sobre los procesos
de subjetivación que lo envuelven.
La representación de la falta o ausencia (desaparición, vacío, silencio, negación, así como desterritorialización, desmaterialización, virtualización)
es el motor que marca todo el proceso de investigación artística en el que
distinguimos varias etapas formales que recorren de modo transversal los
discursos del sujeto, el otro cultural y la tecnología.
Como hemos dicho, nuestro análisis se centra, siguiendo un orden cronológico, en una selección de proyectos artísticos realizados por quien firma esta tesis. La indagación estética gira en torno al concepto de deseo y a las temáticas que lo configuran, como son las de: cuerpo, escritura, identidad, hábitat, tecnología, multitud y simultaneidad.
Describimos la estructura comunicativa de sucesivas creaciones y los contextos espaciales y temporales donde tal praxis artística se desarrolla, con el fin de hacer comprensible -desde una experiencia artística personal- tanto el cambio formal, al que hemos aludido, como el devenir temático que va incorporando.
Como preocupación central, indago durante todo este tránsito en los resortes que ligan la experiencia de vida cotidiana a sus posibilidades de transmisión. “Nombrar” la distancia que nos separa del otro (y de las cosas del mundo) en aquel momento de cambios, está en la base de las sucesivas formalizaciones artísticas que vamos a describir.
Constatamos que dicha deriva formal nos permite ampliar las temáticas del sujeto y el otro -y el deseo implícito en ellas-. ¿En qué sentido? si en un principio son abordadas desde la producción de una “obra tridimensional” minimalista de hibridacón conceptual, en la que la depuración sígnica es extrema (desde la que argumentamos la desaparición del sujeto), en una segunda etapa esta va a evolucionar, con idéntica pulcritud, al incorporar un nuevo repertorio iconográfico, que nos permite involucrar en la
representación un contexto cada vez más complejo: la ciudad como lugar desbordado de la experiencia, un territorio en expansión marcado por el fenómeno incipiente de la globalización, y la aceleración de la experiencia en todas sus dimensiones.
Este análisis que describe una evolución estética, no puede inhibirse de reflexiones procedentes de la teoría del arte, así como de determinadas consideraciones filosóficas, sociológicas, psicológicas, científicas, antropológicas y, en definitiva, vitales, al ser estas parte consustancial de la pasión del propio proceso creativo de las obras que la componen. Las sucesivas citas de autores de distintas áreas de pensamiento se hacen aquí necesarias, forman parte del propio proceso reflexivo de las sucesivas experiencias artísticas y del contexto que analizamos.
El trabajo se sustenta en una revisión de algunos aspectos teóricos relativos a nuestro tema de estudio, interesándonos por aquellos que se producen en torno a la problemática de la construcción identitaria y sobre todo a la posibilidad de su “nombrar”, en un momento, como hemos dicho, de importantes transformaciones. Tales indagaciones teóricas son el corpus conceptual de una investigación plástica personal que, desde una estética de fuerte impronta semiótica, desarrollé desde principios de los años noventa. Describo dos periodos, una primera fase escultórica (1990-1995), donde el vidrio es su principal material alegórico para representar la ausencia, que antecede a una segunda (1995-2004) que incorpora la intervención en el espacio público, así como la utilización de la imagen digital -tanto fija como en movimiento- en sus creaciones.
Analizamos dicho salto formal junto a la obra de otros artistas que van incorporando tales estrategias tridimensionales en sus creaciones. La intervención en el espacio público, en la segunda fase de nuestro caso de estudio, se centra en aquellos lugares (no lugares) que son de tránsito (medios de transporte, señalizaciones urbanas, ascensores, escaleras mecánicas, cabinas de
control, bocas de metro, etc.), metáforas, todas ellas, de un orden maquínico que anuncia una nueva realidad marcada, cada vez más, por el hecho tecnológico, donde velocidad y desterritorialización son sus rasgos definitorios. Analizar dichos fenómenos y sus consecuencias nos permitirá detectar y formalizar la ausencia (el deseo) desde los espacios móviles de la ciudad: territorio alegórico de un entorno virtualizado. La fugacidad de aquel momento de tránsito debía ser representada.
Cada momento por los que transita este estudio, como hemos apuntado, representa un deslizamiento significativo en los discursos del sujeto, el otro cultural y la tecnología. El análisis de las transformaciones que tal deslizamiento conlleva, sustancia la estética de “encuentro” en el entorno urbano que pongo en práctica desde la pulsión del deseo. El reconocimiento de tal evolución, tanto en la “reflexividad” de los discursos por donde circula, como en su formalización artística, nos servirá para describir sucesivamente la nueva categorización del concepto de ausencia que el discurso va asumiendo, en las sucesivas etapas formales de nuestro objeto de estudio.