El proceso de globalización, manifestado a través de la expansión del capital transnacional, ha provocado cambios importantes en las características de la minería mexicana y en su manifestación territorial. Entre las primeras destacan: el incremento de la inversión extranjera en la exploración y explotación minera y de la concentración empresarial, gracias a la adecuación de la legislación minera, a la privatización de las empresas estatales y a los cambios en los sistemas de trabajo, entre otras; asimismo, se transforma la geografía minera al producirse una mayor concentración territorial de la producción y la incorporación de nuevos espacios mineros, sobre todo en la frontera noroeste, por los vínculos más intensos con Estados Unidos y Canadá a través del Tratado de Libre Comercio.