El interés de los ilustrados por impulsar la educación popular se unió en determinados ámbitos a la implantación de órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza. En Vélez-Málaga, mediado el siglo, el eclesiástico Alonso de Carrión apoyado por sus hermanos promovió la instalación de una escuela realizando para ello sucesivos proyectos con distintas religiones. Finalmente la orden real de 1764 obligó a suspender las pretensiones fundadoras y los planteamientos educativos se limitaron al mantenimiento de dos preceptores de gramática que enseñaran gratuitamente a la juventud veleña.