Durante el bienio 1520-1521 casi ninguna región de Castilla se vio libre, por completo, de las agitaciones y disturbios, que recibieron el nombre de revuelta de las Comunidades. En todas partes, causas similares engendraron la inquietud y el descontento, si bien su intensidad varió a lo largo de su geografía. Así, el sur peninsular fue una de las zonas que permaneció en relativa calma, a pesar de la constante presión sufrida por parte de los sublevados. De hecho, aunque Málaga se mantuvo leal a la Corona no jugó un papel decisivo en la Junta cordobesa de La Rambla.