Cualquier transacción pública o privada era necesaria realizarla ante un fedatario cualificado para que la misma adquiriera la validez imprescindible en el campo del derecho. De ahí, la importante labor que van a desempeñar dichos funcionarios en la vida de las ciudades. Los vecinos han de dirigirse únicamente a los escribanos públicos del número para llevar a cabo sus negocios o dejar estipulada su voluntad frente a las situaciones vitales que se les presentan, pues necesitan la rúbrica notarial para su vigencia legal.