Tras un monopolio casi exclusivo de los conocimientos y aprendizajes puramente académicos, la llegada en el currículo de los contenidos relacionados con valores como la convivencia y la igualdad no ha sucedido de forma rápida ni apacible, que digamos. Aún en la actualidad, y a pesar de que figuran ya de forma explícita en las distintas normativas, hay sectores de profesorado, afortunadamente cada día más reducidos, que muestran su desagrado e incomodidad con el deber de asumir la responsabilidad de esta faceta educativa aduciendo que va en detrimento de la calidad de la enseñanza académica porque, dicen, “lastra” el avance del selecto grupo de alumnado exitoso