Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), han supuesto una auténtica revolución social
y personal transformando enormemente las formas de relación entre personas, y los procesos de
enseñanza-aprendizaje. Hemos pasado de una introducción de las TIC a una masificación e
hiperconexión tan naturalizada de las mismas en el día a día que, en el caso de los menores y jóvenes, se
ha generado una necesidad permanente de estar conectados con otros iguales no escatimando, a veces,
en los riesgos existentes como son el ciberacoso, acceso a contenidos inapropiados, o hipervisibilidad de
escenas violentas (Milán, 2018)